lunes, 4 de agosto de 2008

Uno no siempre hace lo que quiere...


Nadie puede afirmar que, por principios, rechaza los acuerdos, el consenso o la negociación. En todas las luchas y en todas las guerras, hay momentos en que el acuerdo o el pacto se imponen como una necesidad de la propia lucha. Revise usted, aquellas luchas de las cuales ha sido o es partidario y descubrirá que en algún momento, los litigantes, se sentaron a negociar. Lo importante es que dichas conversaciones, tendientes a establecer acuerdos, sean transparentes y públicas.

El problema radica en que muchas veces la negociación y el acuerdo, por su esencia y por las formas, amenaza o pone en juego otros principios: aquellos juicios éticos que sostenidos en el tiempo, han legitimado a alguno de los negociadores y que le han permitido establecer una diferencia sustantiva con su adversario, razón que explica además, su mayor legitimidad. Y que, en caso de renunciarse a ellos, por lo menos, provoca entre sus partidarios el inicio de una progresiva desafección.

La propuesta de la Presidencia que pretendía nominar como ministro de la Corte Suprema a Alfredo Pfeiffer Richter, se inscribe claramente en un tipo de negociación y acuerdo que desvirtúa los principios sostenidos con anterioridad.
Hoy el derecho internacional humanitario establece que los crímenes de lesa humanidad no pueden ser amnistiados. El ministro Pfeiffer piensa que sí. Un juez, para ejercer justicia, no puede tener animadversión contra una de las partes en un juicio. El ministro Pfeiffer ha sostenido públicamente que no puede eludir esa situación.

La votación en el Senado que, por falta de quórum, rechazó la nominación de Alfredo Pfeiffer a la Corte Suprema, obliga a todo el país a revisar y evaluar los procedimientos de designación de la judicatura. Eso en primer lugar. Pero también, obliga a los ciudadanos a observar con detención la votación y sacar sus propias conclusiones.

Hay que preguntarse, qué hace posible, qué entramado de poder existe, que fuerza a la Presidenta, detenida en su juventud en el centro de detención y tortura conocido como Villa Grimaldi, a hacer la propuesta que hizo. ¿O estaba convencida de su propuesta?

Hay que preguntarse, por qué los senadores Guido Girardi, Roberto Muñoz Barra, José Antonio Gómez, Hosaín Sabag y Guillermo Vásquez, votaron a favor del ministro Pfeiffer. ¿Es sólo por respetar el acuerdo binominalista de uno tú uno yo? ¿No hay acaso, en esta votación una renuncia a lo que se ha dicho con anterioridad? ¿Es que están de acuerdo con la amnistía?

Camilo Escalona y Juan Pablo Letelier se abstuvieron y Jorge Pizarro se inhabilitó. Adolfo Zaldívar, ex DC, votó a favor de la designación de Pfeiffer.

La votación de la Alianza por Chile, respaldó la designación de Alfredo Pfeiffer, lo cual no debiera sorprender, como tampoco debiera sorprender, que en los acuerdos, intente lograr renuncias de principios en sus interlocutores. En éste caso, pese al rechazo de la nominación, no cabe duda que la Alianza por Chile igual obtuvo un triunfo.

En la vida como en la política, el dilema de la negociación siempre estará planteado. Es siempre un momento posible, en ocasiones necesario, en otras ineludible. Pero renunciar a los principios, en aras de un acuerdo oscuro, eso sí que no. Por ello lo ocurrido con la propuesta de Alfredo Pfeiffer y las votaciones de algunos senadores me ha traído a la memoria un verso de Mario Benedetti: “uno no siempre hace lo que quiere… pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”
RFC

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